Guardiola es un gran entrenador (mejor persona, que dirían algunos), quiero empezar por ahí. Le ha bastado una temporada como entrenador del Barça B con el que fue campeón de tercera y ascendió a Segunda División B para obtener el crédito suficiente además de estar en el momento más adecuado para entrenar a un primer equipo del Barcelona que agotaba un ciclo con Frank Rijkaard.
Está en el momento adecuado y viene de conseguir un brillante resultado en su primer año como entrenador profesional. La junta directiva probablemente motivada también por su intención de no hacer una inversión demasiado elevada se fija en él, tiene muchas papeletas para ser el futuro entrenador del primer equipo para el que trabaja pero, será cuestión de unas temporadas más una vez que haya adquirido la experiencia que se le supone tiene que tener el máximo responsable técnico de un club como este. Sin embargo, después de no fructificar algunas negociaciones con otros técnicos más experimentados, entre los que al parecer estaba Mourinho, se vuelve a fijar la mirada en Pep Guardiola pero esta vez sólo se le ve con los buenos ojos que se debe mirar a quién ha sido capitán durante años de la primera plantilla en donde estuvo once temporadas como jugador. Además fue 47 veces internacional con ESPAÑA. La apuesta era arriesgada por la falta de experiencia como entrenador a todos los niveles pero se trataba de un emblema, de una bandera del club catalán del que fue recogepelotas mientras jugaba en el fútbol base. Quién iba a trasmitir mejor la filosofía de un club y su estilo de juego que alguien que había vivido todo lo que había que vivir y más, para optar a una concesión de responsabilidad tan prematura a un novato de los banquillos pero experimentado conocedor de la cultura blaugrana.
Se convierte en entrenador del Fútbol Club Barcelona durante cuatro temporadas sembrando incertidumbre sobre su continuidad año tras año, esgrimiendo un hipócrita desapego al cargo cuando en realidad esperaba el momento de salir del club poco antes de la caída inexorable de un grupo de jugadores tan extraordinario como para ser considerado seriamente el mejor equipo de la historia del fútbol y que le iba al mismo tiempo engrosando su palmarés como entrenador, título tras título. Se adelantó al declive del grupo porque siguen ganando sin él a día de hoy.
Guardiola es un gran entrenador, quiero acabar como empecé para que quede claro lo que pienso, que ha sabido dirigir a un gran grupo de jugadores dando continuidad a un estilo de juego arraigado desde hacía años al que añadió su conocimiento y experiencia de futbolista profesional e incorporó valientemente a jugadores inexpertos (como él) que venían de la tercera división del fútbol.
Ahora, después de un año sin entrenar decide aceptar una oferta de un club como el Bayern de Munich que acaba de ganar la Bundesliga, que está en la final de Copa de Alemania y que juega semifinales de Champions League precisamente contra su equipo de toda la vida. Guardiola, una vez más, se sube a caballo ganador, no por su multimillonario salario sino por lo grande que es el club al que llega y las posibilidades para ampliar su colección de títulos que este le ofrece, eso sí, difícil tendrá mejorar los resultados que está dejando Jupp Heynckes.