martes, 10 de abril de 2012

El mal llamado "hombre de la casa" en el fútbol.

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Existe una figura extendida en el mundo del fútbol tan vieja como el propio juego y encarnada en figurantes de diversa índole, esa figura es el tan recurrente "hombre de la casa o de club". Un hombre que puede desempeñar funciones de representación o lo que puede ser más dañino incluso, un miembro del cuerpo  técnico que perdura por los siglos de los siglos. Los tiempos cambian y lo hacen en todos los ámbitos y el fútbol no tendría que ser tan distinto a otros sectores de la vida. El cambio es mejora, progresión, depuración, aire fresco y los clubes deben estar dispuestos a no anquilosarse en el pasado manteniendo a personas que contribuyen más a eso que a otra cosa. Es cierto que si una persona hace bien un trabajo y lo lleva haciendo así durante muchos años no habría por qué dudar de ella, ¿Y por qué no? Los clubes pueden llegar a ser instituciones y cuanto más antigüedad tengan seguramente más respetadas lo serán pero las instituciones no deben estar sujetas a ese inmovilismo conformista al que algunas personas les llevan.
Vuelvo a insistir en que los tiempos cambian y las personas deben cambiar con los tiempos a no ser que el club para el que trabajan o colaboran muchas veces desinteresadamente quiera mantener su posición de indiferencia ante la posibilidad de mejorar su recursos humanos. El administrativo, el utillero, el jardinero, el fisioterapeuta, el médico, el empleado de mantenimiento, el delegado de campo o de equipo, y por encima de todos, el staff técnico permanente o funcionariado del club debe estar sujeto también a la renovación de éste para su crecimiento, para favorecer la llegada de nuevas ideas, para las nuevas miras de personas que pudieran incorporarse y darle un soplo de aire fresco que engrandezcan sin descanso a clubes obsoletos en su estructura condenados a tiempos peores si no lo hacen.
La experiencia, la filosofía de club y el conocimiento exhaustivo del mismo no puede ser excusa para perpetuarse en una posición mantenida más bien por interés propio que por amor al club.