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Giorgos Samaras se destapó el pasado sábado en el partido ante Rusia como el jugador más destacado de la selección griega. Es cierto que el gol lo hizo
Karagounis, que además de ser el capitán de esta selección con 35 años es el alma y el jugador más carismático de su equipo pero Grecia tiene a uno de esos jugadores que realiza una labor impagable, incalculable sobre el terreno de juego derrochando esfuerzo, implicación y un saber estar que sus 27 años ya le permiten aportar una inteligencia para entender el juego sólo al alcance de pocos jugadores con su edad y más propio de futbolistas más veteranos.
Samaras está curtido en el fútbol escocés ya que juega en el Celtic de Glasgow y el momento que está atravesando futbolísticamente no debiera pasar desapercibido para los clubes de ligas de mayor entidad y más prestigio. Mide 1.92 cm y pesa 86 kilos pero esa altura no es obstáculo para tener un buen manejo del balón, ser buen pasador y tener una zancada prodigiosa que le permite desbordar más por potencia que por agilidad en el regate que obviamente no lo tiene de fácil ejecución.
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Es evidente que con esa estatura su juego aéreo es muy valioso y el trabajo defensivo que aporta es muy generoso sacrificándose para llegar a defender hasta la posición de lateral izquierdo, situación defensiva ésta cada vez más vista en el fútbol, es decir, que el delantero centro del equipo tenga que hacer un recorrido larguísimo para defender ese costado. Samaras ante Rusia llevó el tempo del partido según le convenía a su equipo haciendo un alarde de conocimiento del juego extraordinario.
Estaremos muy atentos en cuartos de final a este jugador porque creo que poco va a durar en Escocia y veremos su nueva aportación al juego y los intereses de Grecia.
